Con la pandemia del COVID-19 el panorama de los empaques cambió radicalmente y, aunque los efectos económicos aún no se vislumbran, ha servido para probar la importancia de los empaques en la cadena de suministros.
Para almacenar, conservar, proteger y transportar alimentos, bebidas y enseres, el ingenio humano hizo empaques, envolturas y recipientes con los recursos naturales a su alcance, que después transformó en utensilios adaptados a sus necesidades. Con el tiempo, los intercambios necesitaron empaques con nuevos materiales para resistir mayores cargas y volúmenes en los traslados de productos que por muchos siglos circularon por todas las rutas del comercio mundial.
Con la Revolución Industrial se pasó de la manufactura artesanal a las máquinas para fabricar empaques en serie. Durante el Siglo XIX veloces embotelladoras y envasadoras, papeleras y cartoneras mecanizadas mejoraron y multiplicaron las opciones del empacado. El PVC en 1835, y el Celuloide en 1860, iniciaron la era de los plásticos, que llegaría a su clímax en el transcurso del Siglo XX y lo que va del Siglo XXI. Los plásticos fueron sustituyendo, complementando y muchas veces superando a los empaques de materiales tradicionales, como es el caso de los recipientes de PET, los empaques al vacío y los envases para microondas. Se desarrollaron, además, plásticos biodegradables a partir de la petroquímica, del maíz y de azúcares vegetales, para combatir la gran contaminación desatada por el mal manejo de los plásticos y sus residuos. Hoy las máquinas empacadoras ocupan al 70 % de los robots del mundo para hacer empaques y envases en forma automática, precisa, veloz y masiva.
Con la pandemia del COVID-19 el panorama de los empaques cambió radicalmente y, aunque los efectos económicos aún no se vislumbran, ha servido para probar la importancia de los empaques en la cadena de suministros para otras industrias, cuyos productos requieren empacarse para ser distribuidos y comercializados. Es contundente que ahora el abastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad depende cada vez más de los empaques.
El confinamiento ante la pandemia ha incrementado como nunca las compras en línea y, en consecuencia, el aumento en la producción y consumo de empaques para surtirse a distancia y en forma segura de víveres y productos indispensables para las familias. Los más numerosos son los paquetes de cartón, y se prefieren los empaques grandes, tamaño familiar, y los multipack. Por el temor a los contagios actualmente se consumen empaques de un solo uso, pues se desconfía de los reutilizables, como las bolsas plásticas de los supermercados que se reutilizaban para todo y ahora, incluso, están prohibidas.
